Leyendas

Patrimonio cultural

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Las Leyendas de Etxalar

Etxalar, al igual que muchos pueblos de la comarca de Baztan Bidasoa está plagada de leyendas, las cuales si cabe, hacen más atractivas e interesantes estas tierras.
A continuación algunas de las leyendas más conocidas de Etxalar:

El Molino del infierno

Hay numerosas leyendas entornos a este lugar tan especial.

– Una de las leyendas dice que el nombre deriva de las malas condiciones de trabajo que existían en ese lugar.

– La otra dice que el nombre proviene de un demonio, que al no poder comprender el idioma de los pueblos de alrededor se hecho de un puente que está situado más abajo.

– Otra dice que el nombre proviene del ambiente que se creaba a causa del humo y las llamas que formaban los carboneros al hacer carbón, dándole a la zona un aspecto infernal.

Aparte de estas, existe otra leyenda que tiene como protagonistas a dos hermanos que andaban cantando de pueblo en pueblo.

Resumiendo, los participantes del aquelarre que se celebraba en los alrededores del molino del infierno arrojaron al mayor de los hermanos cantores por el barranco, por romper un conjuro o ritual que ellos habían preparado para matar a una persona.

Desde entonces todos los sábados, excepto los sábados santo, se oye debe de oír  el grito y el ruido de un cuerpo cuando es arrojado por un barranco.


Las paletas de los palomeros

Las paletas que se utilizan en palomeras para asustar las palomas, según cuanta la leyenda, son un descubrimiento de un pastor.

Cuenta la leyenda que el pastor se encontraba en el monte con sus ovejas, cuando algunas de sus ovejas se alejaron del rebaño, el pastor cogió un palo y les lanzó con la intención de agruparlas.

Por casualidad, un grupo de palomas que pasaban por aquellos alrededores hizo caso al palo y descendieron pensando que sería algún ave rapaz. Se cree que a partir de este suceso se comenzó a cazar palomas en Etxalar utilizando redes.


Carmen de Etxalar

En la novela escrita por P. Mérimée se hace una pequeña mención de Etxalar. Cuando el nombre del pueblo es mencionado en la novela, Carmen era trasladada a la cárcel por hacer unos cortes con una navaja a una compañera de trabajo. En el camino a la cárcel Carmen se dio cuenta de que el soldado que la llevaba tenía un claro acento vasco y tuvieron la siguiente conversación:

– Laguna ene bihotsarena, (compañerito de mi corazón), ¿es usted de aquella tierra?- le pregunto Carmen. – Elizondokoa naiz – le respondió conmovido el soldado en euskera. – Yo soy de Echalar- dijo ella.

Le contó que unos gitanos le trajeron a Sevilla y que en esos momentos se encontraba trabajando para conseguir dinero para regresar a Navarra junto a su padre. Durante todo el trayecto a la cárcel, Carmen intentaba persuadir a soldado hablando tanto en castellano como en euskera con la intención de escaparse, hasta que lo consiguió pegándole en el pecho, sin que el soldado pudiera hacer nada para cogerla. Este soldado, de Elizondo y llamado José, fue encarcelado. Más adelante los dos se volvieron a encontrar. Para entonces el soldado de  Elizondo estaba enamorado de Carmen, y de soldado pasó a ser bandolero junto con ella. La relación entre los dos tuvo un duro final.


Brujería en Etxalar

Los habitantes de Etxalar también estuvieron implicados en las alteraciones de los autos de fe de Logroño en el año 1611. Tres beneficiarios del pueblo, Miguel de Olagaray, Labayen y Tomas de Urritia, intentaron ayudar a los acusados llevándolos a sus propias casas y manteniéndolos despiertos. De esta manera podrían negar que les hubieran visto en un aquelarre.

En un documento fechado el doce de enero de 1611, el licenciado Hualde, comisario del santo oficio, dice que los confidentes que fueron a ver el aquelarre que se celebraba el día navidad en Pamplona no lo encontraron porque no sabían donde se iba a celebrar. Estos decían que les llevaron monte arriba hasta llegar finalmente a una aplaza rodeada de muchas casas y torres. En esta plaza se encontraban la comisión del demonio junto con las brujas, y junto a estos cuatro alféreces sujetando unas banderas.

En el informe redactado por el Jesuita Golarte en marzo del 1611, queda reflejada la lista de los nombres de los que tras realizar unas acusaciones se echaron para atrás. Entre los listados había niños que habían sido obligados por sus padres, y un pastor de 15 años que lo había hecho a cambio de una camisa. Otro niño dijo que había mantenido relaciones homosexuales con el demonio. Más tarde negó todo lo que había dicho y reconoció que todo lo hizo para recibir mimos por parte de sus padres por ser víctima de las brujas.